AJIACO CAMAGUEYANO (VIDEO)
San Juan camagüeyano (VIDEO)
Y es que el ajíaco -y ahora dejamos la metáfora del eminente polígrafo y pasamos al plato de la cocina criolla- se resume en eso: en la mezcla de viandas y carnes típicas del país y de otras introducidas en Cuba por ibéricos y emigrantes de distintas naciones del mundo, como también lo es nuestra cubanidad.
Saylin
Hernández Torres,
periodista de la Agencia
Cubana de Nopticias (ACN),
afirma que según recetas antiguas el ajíaco
se compone de yuca, plátanos verdes y pintones, cebolla, ajíes,
ajos, tomates, comino, sal, limón, ñame, malanga blanca y amarilla,
boniato, calabaza, maíz tierno y lo fundamental, tres clases de
carne: tasajo, falda de res y costillitas de cerdo.
Sin embargo, la cocinera camagüeyana o cubana actual lo ha modificado de acuerdo con los ingredientes que tenga a mano en ese momento en la casa.
Sin embargo, la cocinera camagüeyana o cubana actual lo ha modificado de acuerdo con los ingredientes que tenga a mano en ese momento en la casa.
Ajíaco camagüeyano el 24 de junio, comienzo del San Juan |
Algunas variaciones de este plato han derivado en la
llamada caldosa, reina de las fiestas nacionales, similar en esencia
al ajiaco pero un poco más económica, pues no lleva todos los
componentes del otro.
Una suculenta receta que, como todas las
de la cocina criolla tradicional, muestra sin tapaduras el sabor
fuerte y la salsa picante del cubano, que gusta de ofertas elaboradas
con mucha grasa, sal y abundante sazón.
Otras de nuestras
delicias culinarias han resultado la carne de cerdo asada, la yuca
con mojo, el arroz congrís y los tostones, sin los cuales no se
celebra en Cuba ninguna festividad o reunión familiar. Estos
alimentos forman parte de nuestra identidad y cuando se habla de
comida cubana en cualquier lugar del mundo, la primera imagen que
viene a la mente es un cuenco con todos ellos dentro.
También
los frijoles negros figuran entre las delicias de la cocina cubana
que gozan de mayor reconocimiento internacional. Dicen que ya los
aborígenes los degustaban antes de la llegada de Colón y que es
costumbre dejarlos en remojo desde el día anterior para que queden
más blandos y se puedan aplastar contra el fondo de la cazuela
porque… mientras más dormidos, mejor.
“Por el barrio de
Luyanó/ se destacan muchos pregones/ el que vende los chicharrones/
ese sí que se acabó. Y dice así: Chicharritas, Chicharrones,
Mariquitas… Papitas fritas. Se le vende a las jovencitas/ se le
vende a los varones / para ellas la chicharritas /para ellos los
chicharrones/ mariquitas….hum… mariquitas…”.
Así decía
aquella canción de Los Guaracheros de Oriente, que destacaba la
preferencia de los cubanos por los alimentos fritos, pues no es
costumbre que en nuestra mesa falte alguna de las ofertas de “El
pregón chicharronero”.
Sin embargo, a tono con
investigaciones sobre los daños que ocasionan a la salud hábitos
alimenticios inadecuados, los de la Isla han ido disminuyendo el
nivel de sal y grasa en sus comidas, ingredientes asociados a la
proliferación de la obesidad, fenómeno que en 2010, según el
doctor Jorge Pablo Alfonso Guerra, presidente de la Sociedad Cubana
de Nefrología, afectaba al 43 por ciento de la población en la
Antilla Mayor.
De este modo, también han ido introduciendo en
su dieta diaria alimentos más sanos como los vegetales, ricos en
minerales y vitaminas, más la debilidad por los sabores fuertes se
hace presente, con vigor, hasta en la repostería cubana.
Los
dulces caseros de nuestra cocina tradicional se caracterizan por ser
bien “dulces”. Las mermeladas de guayaba y mango, los cascos de
guayaba, el arroz con leche, por solo mencionar algunos, son la
alegría de la casa cuando está la abuela. Pero todo en exceso es
malo y el azúcar se ha convertido en el terrible dolor de cabeza de
los diabéticos.
Desde los más salados hasta los más dulces,
nuestro arte culinario se compone de sabores inigualables. Fuertes,
salados, picantes y agridulces, los cubanos somos como nuestra
cocina, una mezcla de sazones que nos hace únicos en el mundo.
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