La Isla resultó una de las
dulcerías más importantes de Camagüey, que ahora retorna con nuevos y más
modernos retoques, más cuando la ciudad se apresta a recibir con mayores bríos
sus primeros 500 años de creada.
El cubano, se dice, suele
tener una vocación especial para el consumo de aperitivos en almíbar o con base
de harina de trigo, y por eso, apenas reabierta, la instalación acoge
diariamente a cientos de personas que prefieren consumir el variado menú,
acompañado de maltas o refrescos, y pronto, de helados Coppelia especiales.
Ubicada en una de las
franjas más populares de Camagüey, la calle Ignacio Agramonte, con sus
adoquines heredados de la colonia ibérica, la dulcería tiene capacidad para
alojar en un ambiente muy agradable a 32 personas, incluidas las mesas y la
cancha, quienes son atendidos por un personal sumamente joven, pero con alta
profesionalidad, emergidos de escuelas de formación comercial.
La
instalación labora doce horas diarias, aunque en el caso de sábados y domingos,
el horario es de 10:00 a.m. a 11:00 p.m., y aun cuando es muy reciente su
reaparición en el mercado, ya es sumamente apreciable la afluencia de personas
al lugar.
Son varios los tipos de
dulce que elabora la Empresa Provincial Alimentaria, cuyas producciones se
encargan de comercializar, y siempre ellos tienen en cuenta los criterios de
calidad y de aquellas elaboraciones más solicitadas por los usuarios, para
disponer de suficientes reservas e impedir se agoten rápidamente.
Allí también pueden
consumirse refrescos de latas y embotellados de diferentes sabores, además de
maltas, las que resultan una agradable mezcla, y además porque la combinación
continuará creciendo con la entrada posterior del helado, todo un gancho en un
país donde el calor no tiene “descanso” durante todo el año.
En
una reciente visita al remozado establecimiento, el colega Gilberto Rodríguez
Rivero conversó con clientes y trabajadores reposteros…
No
son pocos los jóvenes que, en camino a casa, o sencillamente de paseo, hacen su
estancia en la unidad, para adquirir algunas de las variedades en venta, y a
precios módicos. Uno de ellos es Javier José Jiménez, de 14 años. “Casi siempre
llego, ya sea para comer o para llevar algún dulce a casa, donde mis hermanos
me aguardan para ver si les llevé alguno, y casi sin terminar la palabra,
sonríe feliz”.
Para
Berta Oropeza la reinauguración es una posibilidad de tener acceso a un
alimento muy demandado por grandes y chicos en el hogar. “Cada vez que puedo
paso por aquí y llego a comprar los del tipo Capitolio, que me agradan. ¡Ah!, y
tampoco me podía faltar el refresco o la malta, todo en dependencia de cómo
ande mi economía, aunque en sentido general todo es a precios bien accesibles”.
Dos
amigas, Julia Medina y Yuritza Pérez hacen obligada escala. “Salimos del
trabajo y pasamos por acá. Un día invita una y otro día la otra”, dice Julia,
ante la risueña cara de Yuritza, quien afirmó que ahora sí pueden comer dulces
de varios tipos y sin necesidad de afectarse mucho el ‘bolsillo’. “Acá compro
cake para los fines de semana, apuntó Pérez, y tengo para brindarles a mis
amistades o familiares que vayan de visita”.
Varios
años de oficio tiene Rolando Riverón, maestro jefe de uno de los turnos de
trabajo, que se extienden por 13 horas en el día, “aunque nosotros descansamos
24 horas, pues estamos en turnos rotativos.
“Nuestras
elaboraciones, acotó, están sujetas a los pedidos que hagan los vendedores,
ahora, por ejemplo, las mayores demandas la tienen los llamados Piquinini
(pequeño dulce de harina que tiene una base en papel especial) muy agradables
para comer con café y leche añadida, los Capitolios (tienen encima una galleta
dulce sujeta a una cúpula de merengue), y los cake.
“En
un futuro cercano pudiéramos agregar otros muy demandados como el vizconde (pan
con almíbar y una crema de variado sabor encima), el coffee cake, pionono,
rollito, brazo gitano y el cake de crema, y más adelante la pastelería de
hojas.
“Hasta
el momento nos sentimos satisfechos porque las opiniones que nos han llegado
son favorables. Todos seguiremos trabajando para mantener la tradición de los
dulceros camagüeyanos, más ahora que tenemos la competencia creciente del
sector no estatal o cuentapropista”.
El
regreso de una Isla con ese tesoro es todo un reto para aquellos que, a diario,
pujan por impedir el aumento de peso. En verdad el reto es grande, y más si se
sabe que... a quién no le gusta el dulce.
Fotos: Leandro Pérez Pérez
Se puede hacer pedidos por interneT?
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